Si viviéramos en Israel en la época de Jesús, nos identificaríamos instantáneamente con lo que Jesús nos dijo hoy en el Evangelio. Las ovejas eran la principal fuente de carne, leche y queso para el pueblo. Proporcionaban lana para la ropa. Y eran utilizadas regularmente para el sacrificio en su liturgia.
Si tuviera que tratar de pensar en algo en nuestra cultura hoy que sería similar a la relación de un pastor con sus ovejas, la mejor comparación que se me ocurre es una madre que necesita cuidar a varios niños pequeños. Al igual que los niños pequeños dependen del cuidado de su madre, las ovejas dependen del cuidado de su pastor, y el pastor, que por lo general, tenía decenas de ovejas, se mantenía ocupado todas las horas de todos los días.
El Evangelio de hoy hace referencia a una actividad que era parte de la rutina diaria del pastor. Cada noche, varios pastores se juntaban con sus ovejas y las ponían en un corral común. Luego dormían mientras un sólo pastor permanecía despierto para protegerlas de ladrones o animales depredadores. Durante la mañana, cada pastor llamaba a sus propias ovejas para que lo siguieran a pastar. Las ovejas conocían la voz de su propio pastor y sólo seguían su voz cuando eran llamadas e ignoraban las llamadas de los otros pastores. Recuerde, Jesús dice: “Mis ovejas oyen mi voz; Yo las conozco y ellas me siguen”.
Algunas personas se ofenden cuando escuchan que son comparadas con ovejas. Tal vez sea porque no se dan cuenta de que necesitan el cuidado constante de Dios en todo momento y no sólo cuando se dan cuenta de que tienen problemas o necesitan algo.
Vivimos en una sociedad donde todos intentan obtener nuestra atención. Constantemente nos bombardean con comerciales, la información y la pseudo información en la radio, televisión, internet, las redes sociales, como así también con todo tipo de señales, carteles y vallas publicitarias en las autopistas, calles y edificios que tratan de captar nuestra atención. A veces, tenemos la tendencia de simplemente seguir el último mensaje que hemos escuchado, o, a veces, porque escuchamos tantos mensajes, podríamos sentir la tentación de seguir a la multitud. Sin embargo, si queremos seguir a Jesús, debemos poder escuchar y reconocer Su voz, de entre los muchos que compiten por lograr nuestra atención. Tenemos que hacer un esfuerzo consciente para eliminar todo tipo de otros ruidos para poder escucharle. Si no lo hacemos, fácilmente podemos perder el contacto con Él. Más que nunca, debemos ser intencionales y buscar Su voz de manera proactiva. Necesitamos tomar tiempo para estar callados, para estar quietos, para rezar, para que podamos estar en contacto con el Buen Pastor.
Nuestro Señor no quiere perder a ninguno de nosotros. Él quiere que estemos con Él para siempre. Él quiere secar toda lágrima de nuestros ojos. Nos guía a través de esta celebración cada día y cada semana. Las ovejas pueden no ser las criaturas más inteligentes, pero son lo suficientemente inteligentes como para saber que necesitan a su pastor y reconocer Su voz y buscarla. Que también seamos lo suficientemente inteligentes como para saber que necesitamos a Jesús y lo suficientemente inteligentes como para reconocer Su voz para que Él nos guíe a través del tiempo presente hacia el pasto eterno del Cielo.